Siendo la tercera etapa de esta civilización, el Imperio Romano se caracterizó por sus gobiernos autocráticos manejados por emperadores, y por la extensión de su dominio territorial, el cual alcanzó límites inimaginables.
Cuáles eran los límites fronterizos del Imperio Romano
Expandiendo su control por toda la cuenca mediterránea, el Imperio Romano alcanzaba por el oeste las orillas del mar Caspio y el mar Rojo; mientras que por el este, apoyándose en el curso del río Éufrates, se extendía hasta el Golfo Pérsico, formando una cadena de ciudades y puestos fortificados de control.
Por otra parte, el dominio de los romanos colindaba con el Desierto de Sahara y la Cordillera de Atlas, por el sur; separándose de los territorios controlados por las tribus bereberes, mediante la construcción de una serie de fuertes, los cuales tenían la finalidad de defender el ataque de las incursiones nómadas del desierto.
Hacia el norte, este vasto imperio se ubicaba a lo largo de los ríos europeos, Rin y Danubio, cuyos caudales funcionaban como fronteras naturales, aunque en algunos sectores, eran completadas con la construcción de grandes murallas para contrarrestar las invasiones bávaras.
Cómo se inició el Imperio Romano
Todo este amplio territorio conquistado por el Imperio Romano, se hizo ingobernable, debido a que el senado dirigiendo la política desde la capital, no alcanzaba a movilizarse a otras regiones y mucho menos tomaban decisiones con rapidez.
Conforme a ello, esta situación generó el surgimiento de personajes como Julio César, quien desafiando a las autoridades del senado, con el tiempo se autodenominó dictator perpetuus.
No obstante, una vez Julio César fue asesinado, su hijo adoptivo Octavio, tras derrotar a los homicidas de su padre, conformó una dictadura militar junto a Marco Antonio y Lépido, la cual al desintegrarse, terminó generando una supuesta normalidad política y la creación del Imperio Romano, donde el poder político estaba en manos de un solo individuo, el emperador.
Esta primera etapa, conocida como Alto Imperio Romano comprendió el auge, la expansión y todas las expresiones de la clásica civilización de Roma, entre los años 27 A.C. y 305 D.C.
Al respecto, el primer emperador romano fue Augusto, así, le sucedieron en el trono hasta el año 68 D.C., Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, formando la Dinastía Julio-Claudia, la cual se caracterizó por ser un periodo de ensayo entre el ordenamiento jurídico y el político. Posteriormente, sobrevino un año de conflictos que fue superado por la Dinastía de los Flavios (69-96 D.C.).
Seguidamente, prosiguió la Dinastía Antonina (96-192 D.C.), con los emperadores Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y Cómodo, quienes lograron la época de mayor esplendor de la cultura romana.
Pero, el mal gobierno del emperador Cómodo generó tal inestabilidad política, que terminó en su ulterior asesinato y la formación de la Dinastía de los Severos (197-235 D.C.), aun así, la crisis se profundizó por los continuos ataques bárbaros y persas.
Caída del Imperio Romano
Los incesantes enfrentamientos bélicos originaron en el Imperio Romano un alto nivel de endeudamiento, a la vez, el empobrecimiento de la población y la pérdida de sus valores.
Tras una fase de anarquía militar, diferentes políticos lograron reunificar el imperio y sentar las bases para restablecer la situación, naciendo el periodo conocido como Bajo Imperio Romano, el cual comenzó con el mandato del emperador Diocleciano, quien decidió dividir el territorio en una tetrarquía o gobierno de cuatro emperadores.
Sin embargo, ello generó una lucha entre los cuatro gobernantes, venciendo Constantino El Grande, quien se convirtió en el primer emperador cristiano del Imperio Romano.
Durante estos años se trasladó la capital de este imperio a la antigua ciudad de Bizancio, la cual una vez reconstruida, pasó a llamarse Constantinopla. Pero, luego el emperador Teodosio I fraccionó el territorio entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio, naciendo el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente.
Así, el Imperio Romano de Occidente desgastado por las incursiones bárbaras y el malestar social producto de la mala gestión de las tierras, desapareció en el año 476 D.C.
Mientras, el Imperio Romano de Oriente perduró unos mil años más, dando inicio al Imperio Bizantino, y hasta la caída de Constantinopla, en 1453 D.C., fue el último vestigio del Imperio Romano.
La grandeza del Imperio Romano
El Imperio Romano en su época dorada estuvo en constante expansión, al mismo tiempo que dentro de sus fronteras reinaba la paz, mejor conocida como la pax romana, la cual les permitió alcanzar el máximo desarrollo económico, comercial y territorial.
Asimismo, dominando desde la cúspide del poder, tres continentes y numerosas urbes, los romanos tenían como costumbre construir en los lugares que conquistaban. De esta manera, la mayor evidencia de su poderío, se demostró en el levantamiento de obras como coliseos, foros, teatros, circos, termas, anfiteatros, puentes, templos y acueductos.
Finalmente, el Imperio Romano no solo dejó un gran legado arquitectónico, sino una de las mayores herencias es quizás el derecho romano, el cual se convirtió en la base de la legislación actual.
Contenidos