Si hablamos de un pueblo de Mesoamérica que no se doblegó al control azteca, fue la cultura Purépecha.
Llamados también tarascos, fue una civilización que habitó una gran parte del actual estado mexicano de Michoacán, así como algunos valles de Guanajuato y Jalisco.
Esta cultura se desarrolló entre el año 1200 y 1521 D.C., llegando a incluir etnias como otomíes, matlatzincas y chichimecas.
La capital purépecha fue Tzintzuntzan, que significa lugar de los colibríes, caracterizada por sus pirámides escalonadas en forma de T.
Las actividades económicas básicas de los tarascos fueron la agricultura, alfarería, artesanía, orfebrería, caza, pesca y recolección.
Adicionalmente, el purépecha era un lenguaje único de esta civilización, dividido en tres dialectos regionales: lacustre, central y serrana.
Algunos investigadores estiman que el origen de la cultura Tarasca proviene de Sur América, en base a la semejanza que se presentan en hallazgos como cerámicas, uso del bronce, entierros tipo pozo y la desarrollada habilidad para navegar.
No obstante, estas evidencias no han sido lo suficientemente sólidas para garantizar el origen de esta sociedad.
Para el momento de la conquista española la cultura Purépecha constituyó el segundo Estado más grande de Mesoamérica.
Historia de la cultura Purépecha.
Entre los siglos XV y XVI, la cultura Purépecha fue una potencia mesoamericana imbatible ante las pretensiones del Imperio azteca.
Su éxito militar y económico obedeció en gran parte a sus habilidades en el procesamiento del cobre y oro.
El personaje más importante de la cultura Tarasca fue el rey Tariácuri, quien guardaba semejanza con el dios Topiltzin Quetzalcóatl.
Durante el reinado del también llamado sacerdote del viento, se consolidó el imperio que después se expandió por Mesoamérica.
Antes de morir, Tariácuri dividió el imperio en tres señoríos: Pátzcuaro para su hijo Huinquingaje, y a sus sobrinos Hiripan le asignó Ihuatzio, Tangaxoán le correspondió Tzintzuntzan.
Posteriormente, el emperador azteca Axayácatl invadió el Imperio Purépecha, unificando los tres territorios nuevamente.
El sobrino de Tariácuri, bajo el nombre de Tangaxoán I, tomó el reinado del imperio unificado, expulsando a los aztecas.
Sin embargo, las disputas entre purépechas y mexicas nunca acabaron, hasta la llegada de la conquista española.
En el año 1525, el rey purépecha Tangaxoán II, juró lealtad a la Corona española sin presentar resistencia, con el único objetivo de salvar a su pueblo y establecer un acuerdo de paz.
Tras varios años de tranquilidad, entre 1529 y 1530, el conquistador español Nuño de Guzmán, buscando riquezas arremetió en contra Imperio Purépecha.
Esto generó la sublevación purépecha, pero un ejército de 500 soldados españoles y 10.000 guerreros indios destruyeron la región.
Tangaxoán II fue enjuiciado por matar españoles, ocultar su antigua religión, alentar a la desobediencia y posteriormente condenado a ejecución.
En 1533, la Corona envió a Tzintzuntzan al obispo, Don Vasco de Quiroga, logrando establecer el orden en la colonia.
Las ciudades de la cultura Purépecha.
El Imperio Purépecha estaba conformado por una confederación de ciudades que rodeaban el lago Pátzcuaro, representando el centro del poder.
Las construcciones de estas metrópolis compartían similitud arquitectónica en sus elementos como las llamadas yácatas o templos de planta mixta.
- Tzintzuntzan, fue la capital de la cultura Purépecha, contenía cinco yácatas con un entramado de terrazas integradas al paisaje.
Sus edificaciones transcendían del sentido religioso a una especie de fortificación defensiva.
- Pátzcuaro, llamada la puerta del cielo, debido que desde ahí descendían y subían los dioses, fue un importante centro ceremonial.
Con la conquista española, pasó a ser la capital de la cultura Purépecha, lo que le permitió su posterior desarrollo.
- Ihuatzio, poseía tres yácatas con una notable transformación del espacio y un desarrollo urbano con caminerías.
Entre sus edificaciones se encontraban la Plaza de Armas con dos basamentos piramidales y unos muros conocidos como Uátsiri.
Otra ciudad fue Zacapu, que constituyó la cuna de la cultura Purépecha, considerada un símbolo del centro del universo.
Organización socio-política de la cultura Purépecha.
La cultura Tarasca poseía un gobierno monárquico- teocrático, fuertemente centralizado en el linaje y jerarquizado de la siguiente forma:
La Nobleza, conformada por el máximo gobernante, sacerdotes y guerreros.
En la cúspide se encontraba el irecha, quien tenía a cargo el poder administrativo, militar y religioso del imperio, igualmente designaba a los gobernantes o caciques de las ciudades, que normalmente eran sus parientes, además su cargo era hereditario.
Seguía el sacerdote mayor o petámuti, encargado de las actividades religiosas, así como también de impartir la justicia divina.
Después continuaba el Gran Consejo, formado por un gobernador con un capitán de ejércitos, y finalmente estaban los cargos militares que resguardaban las fronteras.
La Nobleza menor, la cual comprendía a los acompañantes del irecha, los ocambecha con funciones de recolectar tributos, artesanos y comerciantes.
Los Plebeyos, estrato ocupado por los pescadores, campesinos y esclavos.
Entre los gobernantes de la cultura Purépecha destacaron: Iretiticátame, Tariácuri, Zuanga, Tangáxoan I, Tangáxoan II.
Religión de la cultura Purépecha.
Originalmente la cultura Purépecha tenía su religión nativa que perdió en el contacto con los colonizadores y su posterior evangelización.
Así, la religión purépecha fue politeísta y focalizada alrededor de un universo. constituido por tres planos: cielo, tierra e inframundo.
Por encima de cualquier deidad existían tres dioses con supremacía:
- Curicaueri, era el dios más importante que dio origen al resto de las deidades, representaba al fuego y de acuerdo al recorrido del solar era joven o anciano.
- Cuerauáperi, esposa de Curicaueri, simbolizaba la madre de la tierra que controlaba la vida, la lluvia, la muerte, la sequía.
- Xarátanga, hija de Cuerauáperi, manifestaba a la Luna nueva, la forma de ofrendarla era con sangre humana.
Curicaueri tenía cinco hijos llamados los Tiripemencha, que gobernaban las cinco direcciones del universo: el centro y cuatro puntos cardinales.
- Oriente, lugar donde renacía el Sol custodiado por Tirépeme-Quarencha.
- Occidente, punto en donde moría el Sol resguardado por Tirépeme-Turupten.
- Norte, dirección del solsticio de invierno vigilado por Tirépeme-Xungápeti.
- Sur, rigiéndo la entrada al paraíso protegido por Tirépeme-Caheri.
- Centro, sitio donde renacía el Sol amparado por Chupi-Tirépeme.
La diosa Cuerauáperi poseía cuatro hijas que se manifestaban en las nubes, en este sentido, eran la lluvia adecuada, torrenciales aguaceros, granizos y heladas.
Un instrumento que utilizaban los purépechas para encender el fuego a su dios, era el paráhtacuqua, que tenía la forma de la constelación de Tauro.
De esta manera, para la cultura Purépecha las creencias religiosas basadas en la actividad cósmica tenían un sentido para la vida.
Era normal que los sacrificios humanos se realizaran en los centros ceremoniales ubicados cerca de los manantiales, ya que la muerte permitía el renacimiento del agua.
Otras deidades de la cultura Tarasca fueron Pehuame (parturienta), Nana Cutzi (madre encorvada), y Tata Jurhiata (padre del Sol).
Manifestaciones artísticas de la cultura Purépecha.
Las manifestaciones más destacadas de la cultura Purépecha fueron indudablemente la artesanía y la metalurgia.
Si algo sorprendió a los conquistadores cuando llegaron a Tzintzuntzan, fueron las creaciones de mosaicos adornados con plumas de colibrí.
Este arte plumario se aplicó en la confección de mantas, escudos, capas, abanicos y prendas de altos funcionarios o sacerdotes.
También elaboraban objetos a partir de la madera como juguetes, bandejas, esculturas y adornos para la indumentaria personal.
El estilo de alfarería en barro vidriado se realizaba con fines domésticos, comerciales y ceremoniales como ollas, platos, vasijas, collares.
Las vasijas policromadas en colores crema, rojo y negro servían como ofrendas a los muertos, además los incensarios eran empleados en el rito a los dioses.
Otra técnica originaria de la cultura Tarasca fue el laqueado sobre objetos de madera usando la arcilla y pinturas naturales pulidas con algodón.
En cuanto a las esculturas, tallaron piedras de basalto para obtener figuras antropomorfas como humanos con cabeza de coyote.
La obsidiana negra y roja se usó para la fabricación de puntas de proyectiles, espejos, orejeras, cuchillos, entre otros.
Con la extracción del oro, plata y cobre se desarrolló la actividad metalúrgica, donde se usaron diferentes procedimientos para trabajar el metal como el laminado, repujado, estirado, grabado, que alcanzaron la producción de:
- Objetos de uso práctico, como herramientas para la agricultura, pesca, ebanistería, minería y otras actividades rutinarias.
- Adornos de orfebrería, como cascabeles, orejeras, collares, pectorales, pulseras, anillos, máscaras ceremoniales, rodilleras, placas cosidas a los vestidos.
Como se había mencionado anteriormente, la cultura Purépecha fue capaz de resistir embate azteca, gracias a que su desarrollo metalúrgico le permitió la fabricación de armamentos.
Siendo el arma purépecha más común, el arco y flecha, tan suficientemente potente como para atravesar los huesos.
La cultura Purépecha en la actualidad.
Actualmente la cultura Purépecha, tiene una población de 200.000 indígenas distribuidos a lo largo del territorio que habitaron sus ancestros.
Aunque el purépecha hoy día profesa la religión católica, no ha perdido la orientación mística para celebrar su tradiciones e incluso conservan su lenguaje nativo.
Al respecto, la lengua de la cultura Tarasca le ha brindado al castellano mexicano muchas palabras de uso coloquial, como por ejemplo tata que significa papá o abuelo.
Es frecuente hallar comunidades purépechas que viven sin mezclarse con otras sociedades, sobre todo en las islas del lago Pátzcuaro.
La cultura Purépecha se mantiene viva en las manos de sus artesanos y en la memoria de los descendientes de aquellos que la forjaron.
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