Una sociedad precolombina que supo mantenerse íntegra incluso durante la colonización, fue la cultura muisca, los creadores de la famosa leyenda El Dorado.
Esta cultura se desarrolló en los altiplanos y valles de la cordillera oriental colombiana, precisamente, en Cundinamarca, Boyacá y Santander. Un territorio con un clima variado, desde el inclemente frío de los páramos hasta las templadas temperaturas de las planicies. Además de contar con un relieve montañoso bastante intricado, donde la mayor parte está formado por pendientes empinadas.
La cultura muisca también es conocida como chibcha, debido a que su lengua pertenece a la familia lingüística chibchense. En este sentido, el término muisca, es una auto denominación de este pueblo, que los conquistadores confundieron la palabra mosca, y que realmente les encajaba bien porque eran muchos.
Los orígenes míticos la cultura muisca.
Dentro de la cultura muisca, existían fuertes lazos entre las leyendas, la naturaleza y la percepción de lo sagrado. De esta manera desarrollaron diferentes mitos en relación a su origen, como los siguientes:
Bague.
Relata como la solitaria madre-abuela Bague, le dio de beber a los dioses para que le otorgaran vida a la naturaleza.
Chiminigagua.
Narra como Chiminigagua, venida de la oscuridad creó unas aves negras, quienes esparcieron su aliento para concebir la humanidad.
Caciques Sogamoso y Ramiriquí.
Describe que existiendo la tierra y el cielo, estos caciques, crearon a los hombres, al Sol, además a la Luna.
Bachué.
Cuenta que luego de la creación, una mujer llamada Bachué, salió de la laguna de Iguaque con un niño. Al pasar de los años, este muchacho se convirtió en el esposo de Bachué, tuvieron muchos hijos y poblaron el mundo. Finalmente ambos se convirtieron en serpiente, volvieron a la laguna y más nunca regresaron.
Existen otras leyendas referidas a las lecciones recibidas por la cultura muisca en su aprendizaje al tejido en algodón, agricultura y respeto a los dioses. Estos se refieren a los mitos de Bochica, Sadigua, Huitaca y Tequendama.
La cronología histórica de la cultura muisca.
Según algunos científicos, los muiscas emigraron al altiplano cundiboyacense durante la época pre-muisca, entre los años 5500 y 500 A.C. Conforme a los hallazgos, esta etapa comprende tres períodos:
Paleoindio.
Fueron los primeros grupos humanos que se asentaron en el altiplano, dedicándose a la caza y la recolección.
Arcaico.
Los cambios climáticos los obligó a desplazarse hacia los páramos, donde iniciaron la cría de cobayas y la agricultura.
Herrera.
Ocuparon un extenso territorio, empleándose en actividades agrícolas, especialmente el cultivo del maíz, y alfareras en la fabricación de cerámicas.
La siguiente época recibe el nombre de poblamiento muisca, que sucedió entre los años 500 A.C y 800D.C. Una nueva migración perteneciente a la familia lingüística chibcha se estableció en las tierras altas cundiboyacense, integrándose a la que ya habitaba la región. De esta forma este territorio fue ocupado por diferentes culturas como los muiscas, panches, colimas y muzos.
Este fue el panorama que encontraron los ciento sesenta y seis hombres de la conquista española, luego de atravesar la cumbre de los Andes de Colombia, en el siglo XVI.
Organización político-administrativa de la cultura muisca.
Con el aumento de la densidad poblacional, la cultura muisca estableció un sistema de gobierno llamado Confederación Muisca, conformada por varias tribus muiscas autónomas, y gobernadas por un cacique.
A su vez la confederación estaba centralizada principalmente en dos estados:
Zipazgo.
Representaba la Confederación del Sur, ubicada en el área central de Cundinamarca, cuya capital fue Bacatá, hoy día Bogotá, estando gobernada por el Zipa. Igualmente estaba integrada por cincos cacicazgos: Batacá, Guatavita, Ubaque, Fusunga, Ubaté, con varios poblados a su cargo. Con la conquista la mayoría de estos territorios formaron Santa Fe de Bogotá.
Zacasgo.
La Confederación del Norte se ubicó en los actuales municipios de Lenguazaque y Villapinzón, con su capital en Hunza, que actualmente es Tunja, siendo su gobernante el Zaque.
Adicionalmente a estos territorios de la confederación, existían dos grandes capitanías, con una finalidad más religiosa y sagrada llamados Zybyn:
Iraca.
Su capital Suamox, actualmente Sogamoso, fue gobernada por un sacerdote o Iraca, considerado heredero de Bochica.
Tundama.
Ubicado en Duitama, y gobernado por un sacerdote o Tundama, quien fue el único en oponerse férreamente a los conquistadores.
Habían otras aldeas autónomos muiscas o Uta, gobernadas por el Tybaraüge, que no se centralizaban bajo un mismo dirigente: Soboyá, Charalá, Chipatá, Saquencia, Tacasquira, Tinjacá.
La actividad económica de la cultura muisca.
En las primeras etapas, los muiscas consiguieron desarrollar actividades agrícolas, orfebres y textileras. Cultivaron maíz, papa, quínoa, algodón y elaboraron cerámicas y mantas, que intercambiaban con pueblos vecinos. Posteriormente con la Confederación Muisca explotaron recursos mineros como el oro, esmeraldas, cobre, carbón y sal.
El mercado constituyó el eje de la economía muisca, sitio donde se comercializaban o intercambiaban productos con los pueblos. Entre los principales estaban: Coyima, Zorocotá y Turmequé.
Otro aspecto de la cultura muisca es que usaron una especie de moneda hechas de oro, plata o cobre fundidos. Donde el valor monetario venía dado por el tamaño de la misma, siendo medidos con los dedos o cordeles.
Implementaron un sistema agrícola llamado modelo de micoverticalidad, teniendo en cada zona viviendas transitorias y trabajando la tierra conforme al clima. Ello representó una solución para el cultivo ante las condiciones climáticas limitantes de la región.
El mundo religioso de la cultura muisca.
La peculiaridad religiosa de la cultura muisca es que consideraban que los espíritus estaban vinculados con la naturaleza.
En ella consagraron muchos lugares sagrados, que según sus creencias eran habitados por alguna divinidad:
Bosques sagrados: Eran intocables, debido a su convicción de estar bendecidos por los dioses.
Plantas y árboles sagrados: Tales como el tijiqui, tabaco, arrayán, nogal y el guayacán.
Lagunas sagradas: La laguna de Iguaque y lago de Tota, asi como las que pertenecían al circuito de la ceremonia religiosa correr la tierra, como Ubaque, Teusacá, Guaiaquiti, Tibatiquica, Siecha, Guasca y Guatavita, recorridas por los participantes en peregrinación.
Tierra sagrada de Suamox: Considerada bendita debido que allí murió Bochica.
Avenidas sagradas: Aquellas por donde había caminado Bochica, las cuales nadie podía pisar, excepto en algunas ceremonias religiosas.
Templos: Construidos en forma circular, con techo de paja y paredes de esteras. Entre los tipos de templos se distinguían los tchunsua, de naturaleza solar, qusmhuy, de esencia lunar, y cuca, donde se enseñaban a los futuros chyquy.
El Templo del Sol, el mayor de los centros religiosos, fue construido en Sogamoso, lugar elegido por Bochica en honor al dios sol, a quien ofrecían los cuerpos de quienes allí eran sacrificados.
También veneraban una serie de deidades mitológicas como Bachué (primogénita del pueblo), Bochica (hijo del cielo), Chaquén (velaba los cultivos), Chibchacum (dios de los orfebres y comerciantes), Chiminigagua (deidad creadora), Chía (dios de la Luna) y Sua (dios del Sol).
Los sacerdotes muiscas o chyquy, llevaban una vida religiosa de celibato, castidad, y reclusión en los templos con frecuentes ayunos. Estos tenían un duro proceso de aprendizaje desde su infancia, que una vez concluido se les colocaban zarcillos y narigueras de oro.
Es importante resaltar, que cada poblado tenía su chyquy. Por otra parte, los mohanes, eran los sacerdotes informales que aspiraban polvo de yopo, y untaban su cabello con cenizas.
Los rituales y ceremonias de la cultura muisca.
Como todas las culturas precolombinas, los muiscas hacían diferentes ofrendas a sus dioses, entre la que destacaban los tunjos. Se trataba de figurillas antropomorfas o de animales realizadas en oro, plata o cobre. Otras formas de ofrendar a los dioses eran los sahumerios, sacrificios animales y humanos, como el de las jóvenes, que una vez sacrificadas, se untaba su sangre a las piedras para ofrecer al sol.
Principalmente, las ceremonias de la cultura muisca estaban relacionadas a los ciclos agrícolas y la vida. Entre las cuales se encontraban las fiestas de la siembra y la cosecha, de los caiques y de la construcción e inauguración de cercados.
La leyenda de El Dorado.
El Dorado fue un lugar mítico en toda América, donde se suponía que había grandes reservas de oro. Su origen se remonta a 1534, cuando un indio le contó a los españoles sobre las ceremonias en la laguna de Guatavita. Un ritual que consistía en cubrir con polvos de oro al cuerpo del nuevo cacique. Quien luego navegaba por la laguna en una balsa, hasta llegar a un punto donde se lanzaba al agua. El resto de los indígenas, en ese momento comenzaban a lanzar piezas de oro y esmeraldas a la laguna.
Entonces, se corría el rumor entre los conquistadores de la existencia de un indio dorado o un rey de oro. Lo que generó consecutivas exploraciones de los conquistadores por casi toda la selva amazónica, en las cuales muchos murieron. Hasta el año 1538, tres expediciones diferentes coincidieron en la búsqueda del tesoro sin éxito. Sin embargo, la leyenda de El Dorado continúa vigente, formando parte de la historia de la cultura americana.
Se puede concluir, que la cultura muisca nos deja como legado un ejemplo histórico, por su amplia organización política, económica y religiosa.
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