Provistas de una gran proporcionalidad, minuciosos detalles, un inigualable equilibrio y una genuina belleza, las esculturas griegas constituyeron la manifestación de un mundo idealizado e incluso real, que dejo al descubierto el enaltecimiento a la perfección de los helenos.
Cómo evolucionaron las esculturas griegas.
Los helenos siempre se exigieron a sí mismos, con la finalidad obtener lo mejor, lo ideal y lo perfecto, en base a ello, las esculturas griegas se fueron refinando, a medida que pasaron por cada uno de los siguientes periodos:
Geométrico (620 – 540 A.C.): en esta etapa rudimentaria, al principio se empleó la madera como material fundamental, pero después, surgieron las primeras imágenes de mármol, aunque labradas toscamente; finalmente, con una gran influencia oriental, se originaron dos escuelas, la jónica, distinguida por la tendencia a cierta elegancia y simetría, y la dórica, caracterizada por la robustez y el aspecto varonil de las figuras.
Arcaico (540 – 460 A.C.): destacándose por la representación de imágenes de manera estática, frontal, posturas rígidas y sonrisas forzadas, fueron comunes las esculturas de jóvenes atletas o kuros, que presentaban una clara influencia egipcia.
Clásico (460 – 323 A.C.): durante este ciclo se enfatizó el desarrollo de la naturalidad y la expresión, las figuras adquirieron más movimiento y posturas menos forzadas, desapareciendo la frontalidad, en este sentido, los escultores de la cultura griega se esmeraron por buscar la perfección y belleza ideal, cumpliendo estrictas reglas.
Helenístico (323 – 146 A.C.): en este periodo, las imágenes fueron dotadas de mayor dinamismo y un gran realismo, así, ya no solamente se buscaba la belleza, sino una naturalidad que reflejara alegría, tristeza o tragedia.
Algunas de las importantes esculturas griegas.
Entre la enorme cantidad de esculturas griegas, podemos encontrar obras como la Venus de Milo, que siendo la más representativa de este arte, fue hecha totalmente en mármol blanco durante el periodo helenístico, logrando transmitir una sensación de calma, realismo o tristeza.
Encarnando a Afrodita, la diosa del amor y la belleza de los helenos, ha servido de inspiración a muchos escultores. También, con una refinada labor, el Discóbolo, se realizó probablemente en bronce por el escultor Mirón de Eléuteras en el período arcaico, representando a un atleta en el intento de lanzar un disco, su cuerpo muestra una vigorosa contorsión repleta de armonía.
Adicionalmente, otras esculturas de importancia son el Dios del cabo Artemisio, Auriga de Delfos, Victoria de Samotracia, Laocoonte y sus hijos, además, los Kuros de Aristódikos, Tenea y Anafi.
Muchas de las esculturas griegas son conocidas por el mundo, gracias a que los romanos llegaron a copiar algunas que han desaparecido.
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