Constituyendo un testimonio muy antiguo, las esculturas africanas han acompañado al desarrollo de estas sociedades desde sus inicios. Así, desde hace miles de años, esta expresión artística se originó con una serie de figuras de terracota que encerraban un realismo propio, cuyo significado fue comprendido por las culturas occidentales mucho tiempo después.
Características de las esculturas africanas.
Las esculturas africanas guardan un modelo casi inseparable de las funciones rituales y religiosas con un carácter de tipo animista, de esta manera, la gran cantidad y variedad de ellas, fueron generalmente talladas en madera, destacando figuras, máscaras u objetos como tronos, banquillos y otros de uso personal. Aunque también se emplearon materiales como el marfil, arcilla cocida, piedra y metales como el bonche, el cobre, el latón y el oro.
En cuanto a las imágenes de personas, destacan las representaciones antropomorfas que manifiestan a los antepasados, dirigentes fallecidos o algunos dioses, sin embargo, no se pretendía retratar al individuo, sino más bien, recalcar determinados caracteres de su personalidad, con la finalidad de ser inmortalizados durante generaciones, esto explica las comunes deformaciones en determinadas partes del cuerpo o los rasgos físicos sobresaltados; en cambio, las figuras de animales, simbolizan algunas creencias relacionadas con los poderes de la naturaleza, mientras, que las máscaras eran usadas para los diferentes ritos religiosos y sociales.
Como podemos ver, en la cultura de África, existe una íntima relación entre las sociedades y la naturaleza, que es expresada por medio de estas esculturas, para reflejar un sentimiento con un profundo significado mágico-religioso, los cuales suelen atraer beneficios a los pueblos que en su cotidianidad viven de la subsistencia.
Algunas de las principales esculturas africanas.
Entre las más antiguas esculturas africanas talladas en madera, se encuentran los retratos de los reyes Kuba, de la actual República del Congo, igualmente, son reconocidos los trabajos en terracota como las cabezas de Lyndenburg, halladas en Sudáfrica.
Otro ejemplo significativo en el manejo del relieve en bronce son las piezas del Altar de la Mano, en cuya parte central varias figurillas veneran a un rey con una gran cabeza que simboliza su poder divino. También, en los diversos grupos étnicos existen esculturas mítico-religiosas, como es el caso de la etnia yoruba, ubicados principalmente en Nigeria, Benín y Togo, poseen obras como Yelmo de Oduduwa, Obalufón, Lajuwa y Olokún.
Dentro de todo este contexto, las esculturas africanas poseen un poder divino que sirve para hacer el mal o el bien, mientras, que las máscaras canalizan esta energía.
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